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Bachelet gambeteó el abucheo; fuera del estadio, incidentes

Quedaba una hora y media para que arrancara el partido entre Chile y Ecuador y fuera del Estadio Nacional comenzaron a volar piedras y maldiciones. Por un lado, carabineros. Por el otro, estudiantes y un puñado de profesores reclamando dignidad en una semana marcada por las protestas contra la ley de Carrera Docente que impulsa el gobierno. «Que la Copa América no eclipse la lucha docente y estudiantil», fue el eslogan que levantaron los manifestantes camuflados entre los hinchas.

Veinte minutos de enfrentamiento en la puerta principal del coliseo, una mujer herida (fue arrollada por un vehículo), cinco jóvenes detenidos por la policía y la protesta quedó disuelta. Pocos se enteraron de la movilización.

A Michelle Bachelet no se le pasó por la cabeza perderse el partido inaugural de la Copa. Ella misma lo confirmó cuando especulaban con su posible ausencia ante la baja popularidad en las encuestas -apenas uno de cada cuatro chilenos la respalda-. Vestida con un abrigo oscuro que cubría su camiseta roja, y con la bufanda de la selección, la Presidenta llegó a las 19.03 al Estadio Nacional, pero no vio la protesta. Pasó directo a la caseta de transmisión de TVN, la señal estatal, y ahí dio sus primeras declaraciones luego de regresar de una gira por Europa. «No podíamos no estar en una noche tan especial, acompañando a la selección. La mayoría de los presidentes se quedó en Bruselas (estaban en la Cumbre Celac-UE), pero yo viajé, porque no podía dejar sola a la selección. Esta es una noche especial y es una gran fiesta de América, pero también de Chile. Espero que podamos dar una gran acogida a todos quienes han venido a acompañar a sus equipos. A Chile le tiene que ir bien y espero que hoy sea un muy buen inicio. Vamos a ganar», dijo Bachelet en cámara, en lo que sería su única alocución pública de la jornada.

Después, fue a sentarse al lado de la ministra del Deporte, Natalia Riffo, y del presidente de la Federación Chilena de Fútbol (ANFP), Sergio Jadue. No llegaron más autoridades del fútbol sudamericano, sólo representantes. A la derecha de Bachelet, su hija menor, Sofía, que llamó la atención en el palco de honor. Ambas lanzaron el tradicional grito por Chile, pasaron seis segundos y comenzó la ceremonia de obertura.

Seis horas antes del juego inaugural, el hashtag #pifiabachelet en Twitter pretendió orquestar una campaña para abuchear a la mandataria cuando ella tuviera que hablar en el estadio para abrir la Copa. Pero eso no ocurrió. Desde la organización del certamen y también desde La Moneda confirmaron a LA NACION que no habría discursos, porque el espectáculo debía ser sólo fútbol. Sin embargo, aquello estaba definido hace poco más de un mes, incluso antes del escándalo de la FIFA. En Chile van al menos seis meses de crisis política por una serie de casos de corrupción que han salpicado hasta al hijo de la jefa del Estado y eso fue suficiente para optar por la maniobra del silencio. Se sumó la renuncia de un ministro hace seis días y las protestas masivas que hubo el miércoles. El clima político y social enrarecido, aunque no se note en la cancha o en la transmisión, existe y se puede palpar en la calle.

Ante la pregunta de qué le parecía la campaña para el abucheo, el vocero del gobierno, Marcelo Díaz, llamó a no instrumentalizar el torneo y a no perjudicar la imagen de Chile. Luego, confirmó la presencia de Bachelet en el estadio, considerada jetta o mufa por una parte de la hinchada que recuerda que su anterior mandato fue despedido con un terremoto y tsunami y que el actual lleva tres erupciones volcánicas, otro terremoto y un aluvión, entre otras tragedias.

Una gobernante que pasó por algo similar en la Copa Confederaciones hace dos años fue Dilma Rousseff. Los disturbios en Brasil fueron enormes, hasta un millón de personas manifestándose en Río de Janeiro y Brasilia, y abucheo general para ella donde se plantara. Anoche Bachelet prefirió evitar algo como eso y eligió dar la bienvenida a todos por televisión. El momento más complejo que vivió fue en las redes sociales, cuando mostró en el palco la tarjeta verde de la Unicef. Pero ella no se enteró

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