“Alce la mano a quien alguna vez la han llamado puta”, dice Ana Almeida, una de las organizadoras de la Marcha de las Putas Ecuador. “Si nos preguntamos por qué nos han dicho putas, nos daremos cuenta de que seguramente fue por una acto de libertad. Nos han dicho putas por ponernos escote o una minifalda, por salir de noche, por tener una novia, por proponer sexo, por ser independientes…”, continúa.
Almeida piensa que la sociedad no debe escandalizarse por una palabra sino por la violencia pues según las estadísticas seis de cada diez mujeres sufren algún tipo de violencia en el país. “Cuando proponíamos la marcha nos decían: ‘que chévere, pero cámbienle el nombre porque está muy fuerte lo de puta’. Eso no fue negociable. No vamos a negociar que con pretexto de una palabra que tiene doble sentido se nos siga estigmatizando y violentando”, señala.
Almeida se reunió la noche del miércoles con otras 30 personas en su casa. Hablaron sobre lo que significa la palabra puta y sobre las consignas que gritarán en la marcha que se congregará este sábado 21 de marzo. La reunión será a las 16:00 en el arco del parque El Ejido, en las calles Amazonas y Patria, en Quito. Los asistentes llegarán hasta la plaza Foch donde tendrá lugar el Festival Emputado 2015 en el que habrá teatro, música y otras manifestaciones artísticas.
Ana Almeida (izquierda) es una de las organizadoras de la Marcha de las Putas. Foto: Carlos Rodríguez/Andes
Adriana tiene el cabello de color rosado intenso y una actitud fuerte. Es una de las defensoras de la marcha y en la reunión cuenta por qué se unió a la causa. Ella impulsa la defensa de las «putas-madres», un segmento que considera que no por ser madre se debe abandonar los ideales propios.
“Porque eres madre la gente te dice que tienes que cuidar a tu niña, que no puedes disfrutar, que tienes que cambiar de vida y otros estereotipos que nacen en la sociedad que te dicen que porque eres madre se te acabó tu vida y tienes que dedicarte solo a tu hija”, señala.
Para ella el hecho de ser madre es una bendición porque los hijos se convierten en los compañeros de vida, pero -dice-no por ello una mujer tiene que dejar morir sus creencias o dejar de luchar por sus sueños. Piensa que la sociedad alienta a la mujer a cumplir un único rol cuando en realidad se puede ser mujer y madre al mismo tiempo.
En la reunión también estuvo Blanquita, una señora de cabello gris y más de sesenta años, la mayor del grupo. Se unió a la marcha por influencia de su nieto Kevin y porque considera que la mujer tiene derecho a ser libre, a salir con sus amigas, a emitir su opinión sobre temas que le incomodan, a vivir de la forma que desee.
Ella habló sobre la vivencia de una amiga que solamente se liberó cuando quedó viuda. Blanquita relata que su amiga tuvo que soportar los golpes, insultos y los engaños de su esposo durante toda su vida, siempre cumpliendo el papel de “esposa abnegada”. “Tenía que ser obediente, sumisa y callada, esperando a su esposo con el almuerzo servido y con la cabeza agachada”, explica.
Cuenta con tristeza que su amiga haya quedado libre únicamente cuando enviudó pues una mujer debería ser libre siempre, más aún junto a su esposo y sus hijos. “Este sábado ella y yo tenemos la oportunidad de gritar ¡basta! de maltrato”, afirma.
Kevin es uno de los miembros más entusiastas. Escribió un manifiesto en el que dice que está harto de que las mujeres siempre sean las culpables de los embarazos precoces y de su propio maltrato. El joven invita a que más hombres se unan a esta lucha pues ellos son culpables de cortar muchas libertades y, en cierto sentido, también son «putas y víctimas».
Los activistas se reúnen en el Centro de Arte Contemporáneo para escribir sus consignas. Foto: Facebook Marcha de las Putas Ecuador
El colectivo ha mantenido talleres creativos en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito en los que se diseñan carteles con consignas a favor de la libertad. “Háblale de frente a esta puta caliente”, “Mi cuerpo es masculino, mi mente es feminista”, “Puta, mujer sexualmente emancipada”, “Mi cuerpo es mío, solo yo decido”, son algunos de los mensajes que escribieron los activistas.
La Marcha de las Putas es una revolución callejera que nació en 2011 en Canadá como respuesta a los comentarios machistas del policía canadiense, Michael Sanguinetti, quien en una conferencia sobre seguridad civil aseguró que las mujeres deberían evitar vestirse «como putas» si no quieren ser víctimas de violencia sexual.
Un grupo de mujeres reaccionó con indignación y quienes iniciaron las marchas que se extendieron rápidamente en Estados Unidos, Reino Unido, Australia, India, México, Argentina, Colombia, Costa Rica, Perú y Uruguay.
La iniciativa llegó al Ecuador en 2012 cuando nació el colectivo que creó un manifiesto de seis puntos para plantear la marcha ante la represión que sufren las transexuales, otro grupo que asume expresiones de género alternativas, y las trabajadoras sexuales; frente a la negación del placer femenino; frente a la justificación de la violencia sexual y de género como auto-provocada por las actitudes y estéticas femeninas; y frente a las marcas de control y castigo infligidas en los cuerpos femeninos y feminizados, que en su peor expresión se plasman en el femicidio, delito que está tipificado en Ecuador desde agosto de 2014.
La marcha del año 2014 reunió a varios activistas en la plaza Foch. Foto: Facebook Marcha de las Putas Ecuador
«Frente a la constatación de que puta es una palabra que describe múltiples formas de insumisión y autonomía femenina, en particular de insumisión y autonomía sexual; NOS ASUMIMOS PUTAS”, señala el manifiesto.
Para este año la Marcha de las Putas Ecuador quiere agregar el séptimo punto del manifiesto que hace referencia al aborto. “Invitamos a todas las demás putas a unirse a esta lucha, por ella, por mí, por nosotras, por todas”, es la invitación que hizo el colectivo para que más personas se unan a la marcha de este año
Agencia de Noticias Andes.