WASHINGTON.—La nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, firmada por el presidente Barack Obama, ratifica el uso de la fuerza como opción de primer orden en las intenciones hegemónicas globales norteamericanas para los próximos años.
El documento afirma que este país utilizará su poderío militar de forma unilateral cuando considere amenazados sus intereses y los de sus aliados, estén en peligro las vidas de los ciudadanos y como instrumento esencial de apoyo a la diplomacia en cualquier lugar del mundo, reporta PL.
Sin embargo, reconoce que esa no es la única herramienta a su disposición, ni el medio principal para consolidar sus compromisos, y no siempre es el método más efectivo para enfrentar los desafíos en la arena mundial, para lo cual dispone además de otras medidas punitivas.
El texto, presentado el viernes último por la asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca, Susan Rice, resalta la pretensión de liderazgo global que Washington reclama para sí, al señalar que “la pregunta no es si Estados Unidos debe liderar (el mundo) sino cómo lo haremos”.
En cuanto al nuevo curso de las relaciones con Cuba —tras la decisión de ambos gobiernos de restablecer los vínculos diplomáticos—, la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. señala que este cambio mejorará el compromiso de Washington con las naciones del Hemisferio Occidental.
Estas directrices estratégicas resaltan la importancia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para los intereses de Washington en Europa, y la califica de la asociación multilateral dominante en el mundo actual.
Además, la Estrategia de Seguridad Nacional revitaliza los aires de la Guerra Fría al resaltar el papel de la Alianza Atlántica como punta de lanza contra Rusia, mediante su expansión hacia las fronteras con esa nación euroasiática, para castigar a Moscú por su rechazo a la intervención de Occidente en el conflicto de Ucrania.
El documento ratifica la importancia que concede la Casa Blanca a la coalición de más de 60 países que desarrollan la campaña militar contra el Estado Islámico en Irak y Siria, en este último país en contra de la voluntad de las autoridades de Damasco