Gladys Mendoza mira el horizonte y recuerda que antes los inviernos eran de verdad. Ella niega la llegada de El Niño.
Tiene 34 años y siempre estuvo vinculada con la vida agrícola. A su padre, Diodato Mendoza, sólo le faltó una década para tener un siglo como agricultor.
“Él ya no siembra, pero siempre me explicó que cuando algo viene, llega con todo y no da explicaciones”, agrega Mendoza.
Cierra sus ojos y dice trasladarse por los años 1980 y 1990, donde los cambios climáticos nunca fueron manifestados por “los expertos”, como ella les llama. “Las crecientes eran fuertes y se perdía todo incluso en verano. El clima no está para que exista un fenómeno así, sino ya hubiera pasado”, comenta.
Preparan la tierra. Pedro Pisco alista el terreno para una próxima siembra de arroz en la comunidad de Tierras Amarillas de Rocafuerte.
Explica que se mantiene neutral frente a lo que dicen la prensa y los técnicos. “No podemos parar la siembra, ¿sino qué comemos?”, dice el Pisco.
“Niño malcriado” fueron las palabras de Pisco, que entre risas dice que el fenómeno ha sido el causante de que le negaran un crédito en una entidad bancaria.
“No me pudieron prestar plata porque supuestamente mi siembra se perdería si llegaba alguna creciente con el anuncio del fenómeno”, destaca con indignación.
Él ya lleva dos cosechas en este año. “El único que sabe es Dios, esto es como una lotería, siempre hay que arriesgarse”, expresa Pisco.
Agricultores de San Eloy, Puerto Loor, Resbalón y Tierras Amarillas de Rocafuerte han realizado dos cosechas, entre arroz y maíz, en el año.
En esos sectores la tierra es altamente productiva para sembrar esta gramínea, dicen sus agricultores.
Ángel Mendoza, quien llega a trabajar al sector de Puerto Loor, expresa que lo único que llega para los agricultores es la preocupación que producen los comunicados en los medios de comunicación sobre El Niño. “Tanto tiempo nos han dicho que este fenómeno será el peor y nunca ha pasado nada”,
