Lo que el Gobierno busca es la inmunidad del rebaño a cualquier costo

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Lo  que está sucediendo ahora en Guayaquil y Quito hace mucha diferencia.

Luego de la crisis de marzo y abril, Guayaquil activó una estrategia comunitaria, desde la Comisión de Salud del Municipio.

El problema es que la información está restringida. Solo se conoce lo que comunica el municipio, pero a escala nacional no se conoce, por ejemplo, que van a hacer una prueba serológica importante en 50 mil personas.

De esas pruebas que hicieron en el ministerio de Salud no se saben los resultados. Como Sociedad de Salud Pública pedimos oficialmente los resultados de esas pruebas y nunca nos contestaron.

El ministro de Salud no es preciso en sus intervenciones, dice “me parece que…”, talvez se haya llegado a un 60% de inmunidad en Guayaquil o 45% en Quito, pero no se muestran las evidencias.

Al contrario, estas demuestran en otros países que no se alcanzan inmunidades altas en corto tiempo.

Sin embargo, el abordaje comunitario al problema del coronavirus debiera es una sólida campaña nacional por parte del Ministerio de Salud.

Las medidas que están tomando son seguramente acertadas en la medida del aumento de casos.

En Guayaquil hay una combinación de dos factores: los casos que están subiendo, aunque no de la manera intensa de Quito.

Por tanto uno puede prever que si países como España o Inglaterra, Alemania han tomado medidas de confinamiento selectivas por nuevos brotes, ¿por qué creemos que no va a pasar en el Ecuador?

Lo que pasó en Guayaquil fue casi que un experimento natural. Porque no hubo intervención alguna del gobierno central ni del gobierno local y eso dio como resultado casi 14.000 muertes en exceso, una gran cantidad de casos que superan largamente las cifras oficiales y un número importante de población que tiene algún grado de inmunidad.

Estas medidas restrictivas parecen acertadas en la medida que puedan anticiparse a un brote, porque eso ha pasado en otros países.

En Quito, el hecho de culpabilizar a la gente de que la situación se esté saliendo de control tiene una parte de razón, pero no es la más importante. Vamos a las pruebas PCR. Hasta este momento, en Ecuador, estamos en alrededor de 260 mil pruebas PCR hechas (un promedio de 1500 a 2000 diarias) desde que comenzó la pandemia. Cuando en Chile se hacen 20 mil pruebas diarias. Por tanto, ese análisis comparativo que se hacen respecto de casos por millón de habitantes es casi una ilusión, porque lo que estamos viendo es la punta del iceberg, y en el caso ecuatoriano la punta es muy pequeña. Estamos viendo solamente los casos confirmados por PCR.

En Quito, hacia finales de junio se estaban haciendo aproximadamente 280 pruebas diarias, ahora estamos alrededor de 550 a 600 pruebas diarias. Si comparamos con junio, con 280 pruebas daban 96 casos diarios, esa era la relación. Ahora, con un cálculo muy sencillo, si la tendencia seguia podríamos tener un número X de casos. Pero el hecho es que en la primera quincena de julio tuvimos 1,45 la comparación de lo que hubo en junio y ahora estamos con 1,20 y 1,24. Entonces lo que se mira es que hay una tendencia de una meseta alta que, si se mira bien, pueda que no empiece a decrecer o a declinar.

Queda claro también que el número de fallecimientos, que el ministerio los da comparativamente, no tienen sustento. Decir, por ejemplo, que Ecuador es un referente para el manejo de la pandemia en América Latina es absurdo. Hay 28 mil muertes en exceso, en el mismo periodo del año pasado. Nunca hubo una actividad de información, comunicación y educación sostenidas. Debiera haber mensajes en el lenguaje que los chicos manejan. Mensajes adaptados previa una valoración cualitativa para saber qué pasa con los chicos. Lo que hay es una estrategia de atrincherarse en los hospitales, y abro una carpa, y otra, y otra. Es imposible ese ritmo, porque los pacientes que están graves salen luego de dos o tres semanas en cuidado intensivos. Estamos como los equipos de fútbol que salen a colgarse del arco para evitar que les hagan goles e igual terminan goleados, porque tampoco hacen goles en el arco contrario.

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