Es una buena forma de ahorrar y, al mismo tiempo, de no desperdiciar recursos. Recalentar la comida parece ser algo que todos hacemos, pero ¿cuándo puede resultar peligroso?
Luego de comidas suculentas, generalmente nos quedan porciones sobre la cocina que pareciera un crimen tirar a la basura. Y servir algunas de ellas por segunda vez, efectivamente, puede ser hasta saludable.
Por otro lado, ninguno de nosotros quiere arriesgarse a una intoxicación. Si te ha pasado, ya sabrás cuán desagradable puede ser la experiencia: vómitos, diarrea y dolor estomacal.
Entonces, ¿cuáles son las reglas para que recalentar la comida no sea un riesgo?
La intoxicación por comida generalmente es causada por una bacteria que contaminó tus alimentos. El gran culpable no es tan conocido como diseminado. Se llama Campylobacteria y, según la Agencia de Estándares Alimentarios de Reino Unido (FSA), está presente en el 65% de los pollos en venta en Reino Unido. Incluso, un estudio reciente la mostró en el 6% de los envases de pollo que uno toma en el supermercado, por fuera.
La Campylobacteria puede sobrevivir por un par de horas en la superficie de la cocina, así que se esparce fácil. Y te puede enfermar con sólo una pequeña dosis.
Mientras necesitarías decenas de miles de la bacteria de la salmonela en tu cuerpo para enfermarte, de la Campylobacteria sólo te hacen falta unas 500.
Es por culpa de esta bacteria, que se esparce tan fácil, que no es buena idea lavar el pollo antes de cocinarlo. Mucho mejor ponerlo directamente al horno luego de sazonarlo y lavarte inmediatamente las manos tras manipularlo.