Luego de 7 años de negociaciones, 12 países del Pacífico alcanzaron un acuerdo de libre comercio multilateral, el cual podría servir de modelo a otros en curso actualmente, como el de EE.UU. con la Unión Europea (UE).
Las conversaciones para cristalizar la zona de libre comercio para Asia y los países del Pacífico (TPP) finalizaron en una jornada maratónica de más de 5 días en Atlanta y en la que participaron Australia, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Sin embargo, la segunda gran economía del mundo, China, quedó fuera de este acuerdo.
Estados Unidos ha dicho que el eventual ingreso de China al TPP sería bien visto en la medida en que esa nación muestre su disposición a aceptar normas en temas como la propiedad intelectual y en la protección a los inversionistas.
Por lo que la creación de este acuerdo es visto por algunos como una iniciativa de la Casa Blanca que busca presionar a Pekín a que empiece a “seguir las reglas” reforzadas por el TPP.
En declaraciones difundidas ayer, el presidente estadounidense Barack Obama aseguró que “con más de 95% de nuestros clientes potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las reglas de la economía global”.
Entre tanto, los representantes de los países latinoamericanos confían en haber llegado a un buen acuerdo. El negociador chileno, Heraldo Muñoz, afirmó que había satisfacción por la firma, pues se habían resguardado todas las sensibilidades del país.
Se estima que otros países como Corea del Sur también se integren al proceso. Para negociar el TPP, la administración de Barack Obama obtuvo la aprobación del Congreso, sin posibilidad de una enmienda.
Para el presidente estadounidense la conclusión del acuerdo ‘refleja’ los valores de ese país. “Podemos ayudar a nuestras empresas a vender más productos y servicios al mundo”, señaló.
Sin embargo este acuerdo, considerado histórico, no ha estado exento de polémica, pues ha enfrentado a sindicatos, organizaciones en defensa del medio ambiente y grupos que reivindican mayor acceso a medicamentos más baratos frente al poder de las grandes corporaciones.
Los principales puntos conflictivos de las negociaciones concernían a los derechos de propiedad intelectual sobre medicamentos biológicos, importaciones de productos lácteos desde Australia y Nueva Zelanda hacia Canadá, y las de autopartes de automóviles hacia América del Norte.
Según la página www.TPPabierto.net el principal interesado en este acuerdo es Estados Unidos y las áreas a normar van mucho más allá del intercambio de bienes entre los países miembros, y se extiende a temas tan importantes como las inversiones estatales, el derecho a la salud o nuestros derechos en Internet.
Los críticos de la iniciativa también alegan que fue negociada en secreto y que beneficia principalmente a las multinacionales.
La ronda final de negociaciones se demoró por disputas en torno a la protección de propiedad intelectual concedida a los medicamentos de última generación. Estados Unidos buscaba que se concedieran 12 años de protección de propiedad intelectual a dichos medicamentos, para promover la inversión, lo que significa que estos no podrían producirse a menor costo mientras no se levante su protección.
Otras naciones integrantes del TPP, como Nueva Zelanda y Australia, temían que dichas normas elevaran el costo de los sistemas de salud pública de sus países.
En contraparte, quienes apoyan el acuerdo dicen que este tendrá el potencial de aumentar en miles de millones de dólares el intercambio comercial y la actividad económica en la zona del Pacífico.
Los exportadores están esperanzados con la expansión comercial que promete el acuerdo, otorgándoles nuevos mercados.