Cuando este jueves en Caracas un camión cargado de alimentos que llegaba a un comercio fue desviado para que el gobierno venezolano los distribuyera directamente a la población, las protestas de quienes esperaban en fila para comprar degeneraron en violencia.
A unas pocas calles del palacio presidencial de Miraflores, manifestantes, policías y grupos civiles armados intercambiaron golpes, piedras y gases lacrimógenos.
Los productos estaban destinados al CLAP -el Comité Local de Abastecimiento y Producción- de la zona.
Creados en abril pasado por el presidente Nicolás Maduro, los CLAP para muchos no son más que un acrónimo oficial cuyo significado desconocen.
Cuando BBC Mundo preguntó por ellos a los que esperaban en dos filas diferentes este viernes en busca de alimentos en la capital venezolana muchos no sabían de qué se trataba.
Pero cuando explicamos que nos referíamos a la venta de bolsas de comida a quienes aparecen en un registro de las autoridades comunales, encontramos a varios de su beneficiarios.
«Ah, sí, una vez recibí una bolsa. Traía tres harinas (de trigo), una salsa de pasta, un aceite y un kilo de leche», nos dijo una señora. «Yo tuve dos harinas (precocida de maíz), dos pastas, una leche condensada y dos de azúcar», explicó otra. Un tercero dijo haber obtenido «un arroz, una harina, un aceite y una pasta».
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Eso es lo que son los CLAP: una «nueva forma de organización popular encargada, junto al Ministerio de Alimentación, de la distribución casa por casa de los prodcutos regulados de primera necesidad«, según explica una nota en el portal del canal oficial Venezolana de Televisión (VTV).