Todos los saldos de los comerciantes de la ‘zona cero’, pintan en rojo. Las pérdidas en cada local son de decenas de miles de dólares.
Luego de que pudieran acceder a la mercadería en sus almacenes y bodegas, los comerciantes hicieron una evaluación preliminar de las pérdidas que les dejaron los edificios desplomados tras el terremoto del 16A.
En el almacén Sebastias, su propietario Álvaro Campoverde, cuenta que perdió mercadería por cerca de 60 mil dólares.
Menciona que una buena parte eran provisiones que tenía para asumir las ventas por el retorno a clases, ya que el fuerte de su comercio son zapatos y ropa.
“Teníamos las bodegas llenas, estábamos listos para la temporada”, dice.
En el caso de la mercadería que le quedó y que es utilizable dice que prefiere devolverla a sus proveedores porque no sabe si podrá reactivar su negocio y prefiere eso a acumular deudas.
Álvaro cuenta que de los doce empleados que tiene, por ahora les ha pagado sólo los días trabajados en la limpieza y recuperación de la mercadería. “En la situación actual no hay forma de hacer un pago mensual ¿de dónde?”, se cuestiona.
Reubicación. En lo que fue la tradicional Ferretería Lucky puso su negocio Édison Centeno, quien compró este local. Siguiendo la tradición que tuvieron sus empleadores, ahora él asumió el negocio que lleva su apellido: Ferretería y comercial Centeno.
Este comerciante cuenta que gran parte de su pérdida fue en focos. Estos frágiles dispositivos no resistieron la sacudida y estima que sus pérdidas suman unos 20 mil dólares.“Ahora toca empezar desde cero”, dice al señalar que se va a reubicar por la ciudadela Primero de Mayo.
Deudas. En el caso de Marcelo Velásquez, dueño de una tienda de víveres y confitería, cuenta que además de lo que perdió en mercadería, que suma unos 10 mil dólares, teme por las deudas que en su caso bordean los 60 mil dólares con sus proveedores.
Relata que aún no sabe dónde se instalará porque primero espera que se retome la actividad comercial e identificar las zonas que tendrán mayor movimiento.
En el caso del almacén Dong Fang, su propietaria Weing Shiulan comenta que su almacén se desplomó y perdieron cerca de 45 mil dólares en mercadería. Sólo les quedó otro establecimiento, en el que esperan seguir con el comercio.
“Aquí ya conozco, la gente es muy amable, no me pienso ir a otro lugar”, dice la comerciante que hace unos nueve años inició actividades en el centro de Portoviejo.
Seguridad. Eduardo Martínez, quien es el coordinador de la Unión de Comerciantes de Portoviejo, menciona que lo principal es contar con seguridad a la hora de pensar en dónde ubicarse.
Este colectivo, que reúne a cerca de mil minoristas, locales del centro comercial, y dueños y arrendatarios de establecimientos del centro, buscan las mejores condiciones para reactivar el comercio.
“Si hay seguridad los clientes van a llegar sin problemas y se va a reactivar la economía”, manifiesta el dirigente sobre el sitio donde se ubiquen.