El trato diferenciado entre la tropa y la oficialidad no solo regía en el ámbito militar sino también en el acceso y uso de las instalaciones castrenses. Hasta ahora aquello solo se comentaba entre los uniformados en servicio pasivo. “Era necesario poner el dedo en la llaga”, afirman los militares retirados, quienes anhelan que el acuerdo ministerial 66 suscrito por el exministro Fernando Cordero contribuya a erradicar los residuos de desigualdad, discriminación e inequidad al interior de las Fuerzas Armadas. El documento dispone que “en todos los repartos, unidades militares y dependencias del Ministerio de Defensa se eliminen los tratos discriminatorios que generan desigualdad entre la oficialidad y la tropa, por lo que se deberán adoptar las medidas necesarias para eliminar todos los espacios diferenciados como casinos, comedores, accesos, baños, etc., los cuales serán compartidos por todos los efectivos de las FF.AA. sin distinción de grado o de cargo”. De la ejecución del Acuerdo Ministerial debe encargarse el Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, los comandantes de las 3 fuerzas (Terrestre, Aérea y Naval) y la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa. El sargento primero en servicio pasivo, Pablo Terán, contó que en las unidades militares aún existen villas (áreas de descanso en los recintos) para oficiales que, entre otras cosas, disponen de comodidades como baños privados, aire acondicionado, cocinas y salas de estar. En cambio, el personal de tropa dispone de cuartos grandes (denominados en términos castrenses “canchones”) que son ocupados por varias personas, con literas y dotados de un solo baño y ducha para compartir entre todos. “Los oficiales tenían toda clase de privilegio y todavía hay rezagos de ello. Antes, el personal de tropa, como soldados y cabos, solo podían acceder a los baños que ocupan los oficiales para hacer la limpieza, no para usarlos”, contó Terán. En cuanto a los casinos de oficiales, también ofrecen comodidades para esparcimiento, descanso y realización de eventos. Allí tampoco podía ingresar el personal de tropa, salvo para atender al personal de alto rango, así como para realizar tareas de aseo. Si bien esto se ha ido erradicando progresivamente por decisión del presidente Rafael Correa, todavía es latente la segregación contra el personal de tropa, afirma Terán, quien lamenta la salida de Cordero y cree que estos cambios incomodaron a la anterior cúpula militar. Los militares de tropa consultados aseguran que cuando se aplique el Acuerdo Ministerial No. 66 lo lógico será que haya comedores para todos, con igual trato y servicio. La normativa guarda relación con el numeral 1 del artículo 3 de la Carta Magna que establece: “Son deberes primordiales del Estado garantizar sin discriminación alguna el efectivo goce de los derechos establecidos en la Constitución y en los instrumentos internacionales, en particular la educación, salud, alimentación, seguridad social y el agua para sus habitantes”. Además, el numeral 10 del artículo 83 de la misma Constitución estipula como deberes y responsabilidades de los ecuatorianos “promover la unidad y la igualdad en la diversidad y en las relaciones interculturales”. Esto no va a gustar a muchos porque “el oficial se cree un hombre autoritario y con derecho a humillar a la gente para que le sirva, le lave el carro y en general le haga diferentes tipos de mandados como pena de castigo”, indicó Terán. “Reclamar un trato igualitario antes era motivo de castigo por parte de los oficiales hacia la tropa. Te mandaban a callar porque era prohibido, por ejemplo, reclamar una mejor comida. Quien se atrevía a hacerlo era detenido, arrestado, castigado. Había que comer como perrito, lo que den, mientras que los oficiales comían de lo mejor y con vino incluido”, añadió. En esto coincide el suboficial de Marina en servicio pasivo, Goering Duque, quien cuenta que durante su vida militar activa constató diferencias en la comida y en las instalaciones. “No podíamos subir al comedor de los oficiales, teníamos que pedir permiso”. Más allá de eso, no cree que haya diferencias sustanciales porque, por ejemplo, los casinos “eran de lujo también para la tropa”. Tampoco está de acuerdo en que los oficiales y la tropa compartan el mismo comedor. Por su parte, el suboficial retirado, Alejandro Pérez, recordó que existía discriminación “absoluta”, incluso con los propios familiares. Relató que una vez le prohibieron la entrada al casino a un niño, hijo de un militar de tropa que jugaba con el vástago de un oficial. Terán fue más allá al decir que mientras la jornada de trabajo para la tropa siempre era y es extenuante, había oficiales que no hacían nada, que entraban y salían de los recintos militares como si estos fueran iglesias. “Desaparecen en horas laborables bajo el argumento de que van a reuniones. Como el ministro de Defensa, Fernando Cordero, vio todas esas anomalías y trató de poner orden, fue mal visto y hasta declarado persona non grata por ciertos oficiales activos y pasivos que se creen intocables”, expresó. Aquello se dejó plasmado en el Acuerdo Ministerial No. 66: “En los diferentes repartos y unidades militares del Ecuador se verifica la existencia de espacios diferenciados entre el personal de oficiales y tropa como casinos, baños, etc”. Al respecto, el coronel en servicio pasivo, Mario Pazmiño, considera que los acuerdos firmados por el Ministro saliente son producto del desconocimiento, puesto que dicha integración ya se venía cumpliendo desde hace 3 años. “¿Entonces en dónde está la segregación o se trata de causar conmoción interna en las Fuerzas Armadas?”, cuestionó Pazmiño. Cuestionó también que solo se haga estos llamados de atención a las Fuerzas Armadas y no a la Policía Nacional o Cuerpo de Bomberos, ministerios y otras instituciones que prestan un servicio público y donde persisten inequidades. El alcance de la resolución ministerial -según fuentes de la cartera de Defensa- no incluiría a los clubes privados y autónomos económicamente, propiedad de los militares en servicio activo y pasivo como, por ejemplo, el Círculo Militar o El Club de Voluntarios de la Fuerza Terrestre