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El Guayas ‘naufraga’ por la sedimentación

guayas

Silencioso, manso y cambiante durante la tarde. Con estas características describen al Guayas los pescadores que amarran sus lanchas en el Astillero, al sur de la ciudad. El río es en realidad ría porque cuando la marea sube, el océano Pacífico entra a este cuerpo de agua que irriga 175 mil hectáreas desde La Puntilla hasta unirse al Estero Salado. Juntos forman el estuario del Golfo de Guayaquil, el más grande de la costa oeste de Sudamérica.

Ángel Merizalde, un cuarentón que desde hace 15 años trabaja en el Guayas, recuerda que la ría tenía mayor caudal. “Hoy está bastante bajo, antes había más canal para transitar y ahora en muchos tramos los botes encallan”.

Él labora cerca de la calle Portete, donde transporta camarón; cuenta que ya no hay la misma cantidad de peces como aquella época en la que dejó de ser albañil para navegar por las aguas de la ría. “Lo bueno es que la basura no se ha incrementado, el problema no nace aquí, sino desde otros ríos cuando se desbordan”.

Según el estudio ‘Plan de Riego y Drenaje para la Prefectura del Guayas’, entregado por la Espol (Escuela Politécnica del Litoral) al gobierno provincial, el caudal del río llega a 1.100 metros cúbicos por segundo y en su época más baja a menos de 300 metros cúbicos por segundo. Coincidentemente con este criterio técnico, el pescador rememora que el Guayas era un río con más velocidad y estable, que permitía el paso de un sinnúmero de embarcaciones y del comercio.

¿En qué momento el río comenzó a estancarse y por qué? Hay algunas hipótesis que apuntan a la sedimentación del Daule y Babahoyo, afluentes del Guayas. Una de ellas es el boom bananero de finales de la década del 40, que impulsó a miles de agricultores a aumentar la frontera agrícola. Esta es la tesis del biólogo Jaime Camacho, de la fundación The Nature Conservancy.

Y para sembrar -agrega- se necesitó talar árboles y deforestar bosques al pie de la Cuenca del Guayas, uno de los sistemas hidrográficos más grandes del país. Fue una cadena: con la deforestación vino la erosión de los cerros y, por efecto de las lluvias, la tierra y lodo cayeron a los ríos que desembocan en el Guayas. ¿El resultado? La primera formación a la vista es el islote El Palmar, “pero hay bancos de arena en los otros 2 afluentes”.

Esta acumulación de sedimentos, que en el caso del Guayas asciende a 250.000 toneladas (t) cada año, de acuerdo al mismo estudio de la Espol para la Prefectura, disminuye el caudal y la velocidad, afectando la navegación y la pesca.

Camacho va más allá y cita otras consecuencias, como el incremento de inundaciones en la cuenca baja del Guayas (La Puntilla, Las Orquídeas y otras zonas de Guayaquil). Además, la sedimentación comprometerá el agua de consumo humano. “Cuando sube la marea, el agua salobre del océano sube y al haber limo hay menor espacio para desfogar; eso puede afectar el líquido que toman del Daule y de la cuenca”.

El decano de la Facultad de las Ciencias de la Tierra de la Espol, David Matamoros, concuerda con el biólogo. “Es un problema también en la captación de agua, porque las tuberías que se sumergen para bombear el líquido podrían taponarse y se requerirá limpiar el área con mayor frecuencia. Si hay más sedimentos se necesitarán más reactivos para tratar el agua y eso aumentará los costos. En el caso de Interagua, el valor se transfiere al usuario final”. En total la sedimentación afectaría a 3,5 millones de personas en Guayas.

Dragar el río, un trámite de años

Desde que se habló por primera vez del dragado del Guayas, en 2012, el Ejecutivo Provincial indicó que será un método para aliviar las inundaciones en Guayaquil. Nicanor Moscoso, director de dragas de la Prefectura, explicó que si los sedimentos en El Palmar aumentan, se cortará el cauce del Daule y otros cantones, como Nobol y Santa Lucía, sufrirán anegaciones. Incluso el Malecón de Guayaquil estaría en riesgo porque el agua no tendrá desfogue.

Cuando ocurre el fenómeno El Niño el sedimento se incrementa porque las fuertes lluvias arrastran la tierra de los Andes y de los sembríos a lo largo de esta cuenca de 32.655 kilómetros cuadrados. Para tener una idea, el tamaño del sistema hidrográfico es 2 veces la provincia del Guayas y sus afluentes nacen en las provincias lejanas de Pichincha, Santo Domingo y Manabí, incluso atraviesan Chimborazo, Bolívar y Los Ríos.

La sedimentación es un proceso natural; Moscoso recuerda que antes, a lo largo del río, había equipos que extraían material para los areneros. Ese negocio desapareció y el último gran dragado se hizo hace 50 años.

Frente a eso, la solución parcial es un nuevo dragado. Actualmente una pequeña draga trabaja en la zona, y en realidad está ahí no por el río, sino por El Palmar. En ese islote anidan aves que ponen en riesgo los aviones que aterrizan en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo. El Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP) ordenó el dragado para colocar relleno encima del islote y así impedir que las aves descansen allí. Eso no evitará el peligro de inundaciones. En realidad esta tarea le corresponde a la Prefectura, pero el proceso se ha retrasado por problemas burocráticos.

La historia reciente empieza a finales de 2012, cuando la Secretaría Nacional del Agua (Senagua) entregó la competencia del dragado de ríos a las prefecturas, incluyendo sendas dragas a Manabí, Los Ríos, Guayas y El Oro.

PRIMEROS ANUNCIOS DE DRAGADO AL ISLOTE EL PALMAR

El problema fue que las embarcaciones vinieron sin fondos. Cuando se entrega una competencia se asigna la partida, pero en este caso no hubo tal porque el Estado no dedicó un rubro específico. Hubo que superar esa dificultad. La draga de Guayas limpia el río Vinces frente a Salitre y estará allí hasta finales del año. No está en el río Guayas porque es muy pequeña.

El MTOP tenía un estudio para dragar el río Guayas, la Prefectura lo presentó al presidente Rafael Correa. El Mandatario se comprometió a financiar con $ 20 millones la obra, que en total costaba $ 60 millones. La propuesta sigue en firme. Luego el Gobierno Provincial actualizó el estudio y pidió la autorización a Senagua. El documento se presentó en diciembre de 2014. La entidad respondió al siguiente mes. En las observaciones está que la Prefectura debía firmar un acuerdo con el Municipio de Durán, porque ellos iban a ser los receptores del sedimento, en la zona de El Recreo.

En abril de 2015 se notificó al Cabildo, que pidió un cambio de lugar. Ahora el destino para el sedimento será la zona de Las Delicias, frente a la isla Santay. Eso obligó a diseñar otros estudios porque hay que cambiar la ruta de la tubería.

A las modificaciones se suma otra limitación: el financiamiento, pues tras varios años entre papeles y análisis, el valor del dragado subió a $ 65 millones. En mayo está previsto firmar el convenio con Durán. Luego se contratará una draga para remover 4,5 millones de metros cúbicos de sedimento y utilizar 2 bombas para llevarlos a la zona de depósito, a 14 kilómetros de distancia. A manera de comparación, la draga del MTOP solo sacará 200.000 metros cúbicos de tierra.

¿Una solución paliativa?

Los biólogos consultados, incluyendo el funcionario de la Prefectura, concuerdan en que el dragado de El Palmar es una medida paliativa y no la solución para eliminar los sedimentos en la Cuenca del Guayas.

“El dragado ataca un síntoma y no la causa de la sedimentación, es como tomarse una aspirina, pero negar que le duele la cabeza por algo grave”, expresó el biólogo Camacho. Debido a que la causa de esta acumulación de tierra es por la deforestación en las partes altas y en las riberas, el biólogo indica que la cura debe ser integral: “Ser agresivos en la reforestación con especies autóctonas, cuidar los árboles que tenemos y no invadir más las zonas de amortiguamiento”.

La cuenca alta del Guayas es una de las áreas de Ecuador con mayor tasa de deforestación. Entre 2000 y 2008 este índice fue de 1,37 hectáreas (ha) al año; Camacho indicó que esto implica 3 veces más que el promedio nacional en el mismo período: 0,50 ha anuales.

Un dato importante es que las áreas ribereñas o riparianas, como las llama el ingeniero Matamoros, atrapan gran parte de los sedimentos y amortiguan la contaminación. Es decir, impiden que los agroquímicos de los cultivos se diluyan en el agua o que la basura de las partes altas de la cuenca llegue al golfo. “En ninguna legislación ecuatoriana ni en la Ley de Aguas se menciona un límite exacto para asentamientos en los sectores de amortiguamiento”.

Si no se adoptan medidas integrales, El Palmar seguirá creciendo a tal punto que en 50 años se podrá caminar hasta La Puntilla. La velocidad del Guayas seguirá disminuyendo, lo que cambiará la dinámica del río para siempre. Lo grave es que el agua, al tener bloqueado el paso por el islote, encontrará una forma de desfogar. “La naturaleza se abrirá camino por algún lado -agregó Matamoros-; por ejemplo, en Las Orquídeas y La Puntilla”.

Hoy el cambio del río ya es evidente para Fausto Medina, quien no encuentra clientes en el Astillero. “Como ya no existen tantas embarcaciones, a veces no hay trabajo, pero aquí estamos por lo menos arreglando un barquito”

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