Tragedia del Concordski: cómo los soviéticos perdieron la carrera supersónica

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En la década de los 70 se produjo una de las carreras tecnológicas más frenéticas de la historia. El objetivo: producir el primer avión supersónico.

Los competidores más fuertes y rivales del momento eran Francia y Reino Unido, con el Concorde, y la entonces Unión Soviética, con el Tupolev TU144.

La esperada cita para medir el poderío tecnológico de cada uno, que a su vez era una extensión de la Guerra Fría, fue el Salón Aeronáutico de Le Bourgetla, en París, en 1973.

La mirada de todos se concentró en el momento en que cada uno de estos prototipos supersónicos hiciera una demostración.

Quien ganara el duelo viajando dos veces por encima de la velocidad del sonido, sin duda se convertiría en el rey de la aviación comercial. O al menos eso se pensaba en la industria aeronáutica en esa época.

La competencia, sin embargo, culminó en tragedia y muerte.

Carrera tecnológica

La competencia por desarrollar el avión supersónico más potente ya tenía una década cuando se produjo la tragedia del Tupolev en París.

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